WAZCO BAR

Le pido un vaso más de ron con cola a Fort. Es como el numero veinte que me voy tomando en estas noches desde el jueves, así que ya lo prepara exactamente como me gusta, de ron la tercera parte del vaso lo demás coca cola, cuatro cubos de hielo y una rodaja de limón sin exprimir.

Es sábado 8 de diciembre, e casi la medianoche, estoy algo nervioso, nadie ha venido debido al post que puse en mi blog hablando del bar.

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Bajo del taxi, la avenida que lleva al parque central de Miraflores esta cerrada, varios policías desvían el transito, los autos dejan de pasar pero los peatones ocupan su lugar.
Después que desciendo del taxi, el chofer trata de voltear en U, en sentido contrario, varios lo granputean, la segunda vez desde que me subi. Miro al policía y le digo: ese tío esta hasta las huevas.
Me uno al tumulto de gente que se dirige al parque. Hay un concierto gratuito, una sinfónica interpreta música clásica, yo he venido a Miraflores para conocer el bar de un amigo, pero me detengo a escuchar. La música termina, una presentadora anuncia un aria de Verdi, nuevamente la orquesta empieza a tocar, se le une la voz de un tenor, luego la de una soprano, siento escalofríos, el poder de la música es mas fuerte que cualquier individuo. La llamo de mi celular y lo pongo hacia la orquesta, para que escuche. Estamos lejos pero me gusta compartirlo todo con ella. Cesa el sonido, aparece la presentadora, agradece y da por terminado el concierto. De lo bueno poco.

Ahora camino en busca del bar, a la vez que la gente se disemina como hormigas ante la presencia del agua. Saco el papel donde apunte la dirección: Bonilla 172. miraflores, paredes rojas y puerta de madera de dos hojas. Ubico la calle esta cerca, camino, paso por varios locales, restaurantes, minidiscotecas, la gente te invita a pasar, yo sigo con las manos en los bolsillos y mirada al frente.

Abro la puerta, al fondo en una pequeña barra, puedo ver a Hash y a Chatanás, al ultimo lo cité para negociar la compra de su guitarra. Me abrazan y piden un vaso vacío para mí, para compartir su botella de cerveza. Fijamos rápidamente el precio de la guitarra, saco uno de los últimos billetes que quedan en mi billetera, nos damos la mano, sellamos el trato, a veces pago por cosas que considero justas, aunque después no sepa qué hacer con ellas.

Se termina la botella. Chatanás se despide, ya tiene dinero y seguro cosas más importantes que hacer. Yo me quedo con Hash y pedimos una ronda de ron con cola. Le digo que lo sirvan un poco fuerte, siempre lo pido así, y siempre en todos los bares me lo sirven como sus jefes les enseñaron que lo haga, con poco ron para ganar. Pero esta vez Kurt esta en la barra, y es uno de los dueños, me dice: lo preparo, lo pruebas y si te parece suave le echo más ron. Esta noche sin planearlo, está resultando muy buena.

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Vuelvo a mirar el reloj de mi celular, han pasado mas de veinte minutos, hay 4 mesas llenas, casi la mitad de la capacidad del bar, pero en ninguna veo a algún “conocido”, sigo en la barra mientras converso con Esteban, otro de los dueños, me siento intranquilo, al parecer a él nada de esto le preocupa.

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Termino mi vaso de ron, Hash recién va por la mitad. Observo el bar, es de un solo ambiente, con mesas y bancos de madera, afiches y oleos en las paredes, nada ostentoso, y me gusta. Robert de Zeppelin gime por los parlantes. En las pizarras colgadas en la paredes veo la lista de tragos, pido un Capitán, un trago que tomaba el escritor peruano Ribeyro, es a base de pisco, lo he probado antes en otros bares y no me ha gustado, pero igual lo pido. Kurt lo prepara y cuando Esteban me lo alcanza dice casi la misma frase de hace un momento: pruébalo, si te parece suave, le digo que le echen más pisco. Este bar me gusta demasiado. El trago me parece perfecto, le digo a Fort que felicite al barman, nunca había probado un trago mas bueno, me ha hecho querer a volver a tomar de nuevo pisco, me cuenta que Kurt trabajó en la barra del Restaurant Rafael, uno de los mejores de Lima, le digo que será motivo para probar esa noche todos los tragos a base de pisco que él sepa preparar.

Ya perdí la cuenta de cuantos tragos voy, hemos hablado del empeño, de dejarse de cojudeces y apostar por lo que uno cree. Son tres socios, decidieron montar un bar, y ahora están luchando por sacarlo adelante, me siento comprometido, veo que en ningún lugar esta el nombre del bar, voy detrás de la barra, cojo una tiza de la pizarra, me paro en un banco y pinto en la pared, encima de los tragos, WAZCO BAR, Hash lo filma con su celular, para la posteridad, dice. Así no se escribe, es con U y con K, me dice Fort, bueno mañana lo borras pues.

Quiero ayudarlos, les digo que posteare sobre el bar en mi blog, pondré que estaré desde el jueves 6 al sábado 8 de diciembre a partir de las 9pm en el bar. Me dan las gracias. Les he dicho que soy un escritor conocido que no hay manera que mis lectores me fallen.

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Ya casi son las 2am, no ha venido nadie preguntando por mi, en eso veo que se abre la puerta, es Hash ¿como va el escritor famoso? me pregunta. Solo le doy la mano, saluda a los dueños del bar, se sienta y pide lo de costumbre. El único que se siente incomodo soy yo, ninguno de ellos al parecer tomo en serio lo que dije, lo de que inundaría de gente el local.

Toda la noche he hablado de cosas banales con Hash, luego Fort se ha sentado con nosotros, al igual que Esteban. Kurt aun sigue atendiendo a los pocos clientes que quedan, y de vez en vez también se acerca a nuestra mesa para conversar. Han olvidado por completo lo que les dije, en ningún momento me reclaman por lo que les prometí la semana anterior.

Pido mi quinto Capitán, veo la pared detrás de la barra y aun esta lo que escribí hace una semana: WAZCO BAR. Me siento entre amigos, lo estoy. Todo escritor tiene un bar, yo aun no lo soy pero por lo menos ya empecé escogiendo el mío.